La
crisis que a tanta gente le ha hecho daño, y mucho daño, y el cabreo
consiguiente contra el sistema es, en mi opinión, quien ha llevado a Trump casi
a las puertas de la Casa Blanca. Esperemos que no entre, desde luego.
Pero
es que, aquí, nos ha pasado lo mismo. Aquí ha sido la crisis la que ha
provocado el nacimiento de cierto partido y su fulminante ascensión. ¿De qué
partido hablo? Adivina adivinanza.
Son lo
mismo, aunque aparentemente sean justo lo contrario. Pero son lo mismo. Hoy,
cuando he oído a uno de sus jóvenes líderes decir en el congreso que ojalá gane
Clinton, le he dicho, (a la tele, claro), ¡pero si Trump y vosotros sois
iguales!
Es el
populismo que surge siempre que las cosas no se hacen como deberían hacerse. Es
el castigo a la irresponsabilidad y el mal hacer de los que gobiernan y también
de los que se oponen a los que gobiernan. El castigo a su patética incapacidad
de entenderse.
Esperemos
que ni allí ni aquí lleguen al poder semejantes individuos, pero quizá sea
bueno que existan, aunque sea para recordarnos a todos, especialmente a los que
mandan, que hay que hacer bien las cosas.
¡Ojalá
nos levantemos con la primera presidente de los EEUU!
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