La
noche del jueves, habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo. Hasta el
extremo de dar, el viernes, la vida por ellos. Los suyos, ellos, somos también
nosotros.
Y
luego llega el sábado, hoy. El día de la decepción. Fue tan bonito mientras
duró. Creímos que todo iba a cambiar. Pero no. Todo ha vuelto al orden
establecido. Muerto el perro se acabó la rabia, dicen.
Estamos
solos, María.
Vivimos
todos la hora
de la
soledad que llora.
Dios
ha muerto en la agonía
de
Jesús. A carne fría.
La
noche ha cubierto el día.
Reina
el poder del más fuerte.
El
luto ha extendido el velo.
Se ha
venido abajo el cielo.
Sólo
es segura la muerte.
(Texto
del libro Cantos de fiesta y lucha, de Víctor Manuel Arbeloa)
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