Les
gustaba a muchos de mis alumnos el cielo bajo y gris, la niebla, el ambiente
húmedo y frío de esta mañana. Así lo decían al entrar en el aula. Les he dicho
que a mí también, y que de no ser porque tenía clase, me hubiera ido a
cualquiera de las montañas que nos rodean y posiblemente hubiera podido
contemplar la otra cara de este día gris, un inmenso mar de nubes a mis pies,
brillando bajo un cielo limpio. Y les he dicho también que de esto he aprendido
que por encima de las nubes, el cielo siempre es azul.
Es
este un fenómeno poco frecuente por estas tierras, pero habitual en las
montañas. Y es de los más hermosos que conozco. Lo he disfrutado muchas veces,
pero nunca me cansa.
De las
muchas en que he vivido por encima de las nubes he recordado hoy, no sé por
qué, aquel atardecer a 3289 metros, en el Pic del Clot de la Hount, en el
macizo del Vignemale. Era un 2 de julio y habíamos acampado en el collado de
Cerbillona, a 3196 metros, lo que nos permitió subir a la cima después de
cenar.
Ni las
palabras, ni las fotos, pueden describir la absoluta belleza del momento. Frío;
silencio; soledad absoluta; esa sensación de desamparo, de saberte en manos de
la montaña, sensación que hace que te sientas fuerte y débil a la vez, y que al
creyente le hace saberse en manos de Dios.
Las
montañas emergían sobre un inmenso mar de nubes, y el sol se puso tiñéndolas de
rojo, rosa y malva luego… En fin, mirad las fotos. Y por cierto, creo que ya
hice otra entrada sobre este atardecer, me he dado cuenta a la vez que
escribía, pero da igual. Fue tan hermoso, es el recuerdo tan hondo y tan bello,
que no molesta retozar en él una y mil veces.
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Acampada en el collado de Cerbillona. |
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Panorama al noroeste desde la tienda. |
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Panorama al oeste. Destaca el Midí d´Ossau. |
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Atardece y el sol bajo tiñe de rosa y malva las nubes y las montañas. |
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Panorama al noroeste. |
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Panorama al oeste. |
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Panorama al norte. |
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Al este, la Pica Longa retiene las últimas luces. |
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