Esta
es la segunda lectura de hoy, Domingo de Ramos:
Cristo,
a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al
contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por
uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó
sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre
de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda
lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Es de
la carta de San Pablo a los Filipenses (2,6-11). Me la sé de memoria desde hace
muchísimos años, y he de decir que la recito y la medito casi a diario.
Necesito saborear esas palabras para protegerme de una sociedad en la que
demasiada gente anda enloquecida en busca del éxito, el reconocimiento, la
fama, el prestigio, los muchos “me gusta”, el lograr hacer algo “viral” en
internet…Y digo protegerme porque eso se contagia, y además o entras en el juego o te
apartan a codazos.
Y al recitarla pienso que si el Maestro se despojó de su rango, que Él sí lo tenía; tomó la
condición de esclavo, siendo amo y señor del universo entero; pasó por uno de
tantos, ¡uno de tantos!; se rebajó hasta someterse a la muerte, como un hombre
cualquiera, y una muerte de cruz, Él que era la Vida; si Él hizo eso, ¿cómo yo
puedo buscar o siquiera esperar reconocimiento alguno, haya hecho lo que haya
hecho? ¿Cómo puede dolerme el desprecio, el ninguneo, el olvido aunque no sea
intencionado? ¿Cómo puedo temer fracasar, porque el que no triunfa fracasa, a
los ojos del mundo, si he hecho lo que honestamente he podido?
En el
silencio del alma, agitada y dolorida a veces, me hago estas preguntas, y la
Palabra me da la respuesta. Y veo entonces, con meridiana claridad, que hacer lo
que Él hizo es el único camino que me da la paz y esa alegría que no me puede
quitar nadie, aunque en las noches oscuras del alma (1) parezca perderse. Y le dices, "Tú lo hiciste, ayúdame a hacerlo a mí" ¡Dame la mano!
1. En referencia a un poema de San Juan de la Cruz titulado Noche oscura del alma.
1. En referencia a un poema de San Juan de la Cruz titulado Noche oscura del alma.
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