Cuenta
el mito que Aracne era una bella y habilidosa hilandera que tejía con un
perfección casi divina. Pero era también orgullosa y vanidosa, y estaba
convencida de que su arte se debía íntegramente a su trabajo y habilidad.
Llegó
su fama a la diosa de las artes, Atenea, quien viendo su altivez y poca
humildad, se le apareció en forma de anciana y le exhortó a que fuera más
humilde.
Aracne
se burló de ella y le insultó. Entonces la diosa, recobrando su aspecto natural,
la retó a tejer un tapiz, el más hermoso que jamás se hiciera. Ambos fueron
hermosísimos, pero Aracne bordó en el suyo escenas burlándose de los dioses.
Atenea,
encolerizada, le golpeó en la cabeza volviéndola loca y Aracne se ahorcó, pero
antes de morir, la diosa se compadeció y le permitió vivir convertida en un
animal tejedor para toda la eternidad, la araña.
Hoy se
nos ha aparecido en el monte.
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