Encontré
el otro día este letrero arrancado del poste en el que estaba y escondido entre
los matorrales. Era la entrada desde una pista a un bonito sendero al que
evidentemente no podían entrar los coches, aunque quisieran, pero sí motos
trialeras y por supuesto bicis.
Lo
planté a la entrada del sendero sujeto con unas piedras.
¡Sin
comentarios!
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