FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 20 de junio de 2019

Una historia de España, de Pérez Reverte.




Acabo de leer el libro de Arturo Pérez Reverte, publicado este mismo año, titulado Una historia de España. Me ha encantado. Ya va por la segunda edición, cosa que me alegra, porque pienso que debería leerlo mucha, mucha gente, para que así se piense más y se digan menos gilipolleces de las que se piensan y se dicen.
Ya sé que a este señor hay quien lo tacha de demagogo. Son los que no lo han leído o son demagogos, porque el ladrón piensa que todos son de su condición, como dice el refrán.
Un conocimiento de la realidad del mundo, un alto nivel cultural, una independencia intelectual a toda prueba y un gran sentido común que es el menos común de los sentidos, avalan su trayectoria personal y profesional.
Acabado este alegato en defensa de don Arturo, voy a exponer las cuatro reflexiones a las que he llegado tras la lectura de su libro. Y una final de regalo.
La primera es la grandeza de la historia, no de España, sino de este trozo de planeta al que llamamos península Ibérica y que con el devenir del tiempo ha coincidido, palmo arriba, palmo abajo, con España. Una historia para conocer, entender y respetar, no para tergiversar, denostar y juzgar desde el prejuicio y la incultura, como tantos hacen ahora.
La segunda es que a este país bien podemos llamarle el país de las ocasiones perdidas. Mil veces hemos tenido la ocasión de dar un paso definitivo adelante, asumiendo el pasado pero trabajando para el futuro, y mil veces la hemos pifiado. Ahora estamos pifiando una vez más la enésima ocasión que nos brindó la Transición y la Constitución de 1978.
La tercera es la presencia permanente de la sangre de Caín en nuestras venas. Mucho nos cuesta entender al adversario, y pronto sentimos ese fuego que nos impulsa no a convencer, sino a vencer y a exterminar al vencido. Yo siento ese fuego a menudo. Soy español. Y me lleva a pecar de pensamiento, y en privado, a veces, de palabra. Sólo yo sé lo que me cuesta contenerlo, porque así debe estar, contenido, siempre contenido. Pero hay demasiada gente que ni lo intenta, y hacen gala de ello, y siguen insensatamente jugando con ese fuego.
La cuarta es que España es un gran país. Un país del que podemos y debemos sentirnos orgullosos porque sus aportaciones a la historia de la humanidad son incontestables. Y no es desde fuera desde donde nos niegan esta realidad, es desde dentro mismo. Somos nosotros mismos los que arrastrados por un extraño impulso suicida nos inmolamos continuamente ante el mundo para expiar supuestos pecados, algunos ciertos, pecados de los que, por otra parte, nadie puede decir estar limpio.
Son cuatro de las muchas reflexiones que el libro me ha regalado. Hay muchas más. Pero para acabar voy a compartir una más, un breve fragmento del último capítulo que no es nada optimista. Yo tampoco lo soy. Un fragmento en el que sitúa la educación como la llave del futuro. Sé de que hablo. Esa llave la hemos perdido.

"Creo –y seguramente me equivoco, pero es lo que de verdad creo- que España como nación, como país, como conjunto histórico de naciones y pueblos, o como queramos llamarlo, ha perdido el control de la educación escolar y la cultura. Y creo que esa pérdida es irreparable, pues sin ellas somos incapaces de asentar un futuro. De enseñar a nuestros hijos, con honradez y sin complejos, lo que los españoles fuimos, lo que somos y lo que, en este lugar apasionante y formidable pese a todo, podríamos ser si nos lo propusiéramos".

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