FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 20 de febrero de 2020

A propósito de la novela Tiempos recios, de Vargas Llosa.



Una de las características de la adolescencia y la juventud es la ingenuidad de creer que se puede cambiar el mundo y de que yo puedo colaborar en ese cambio. Por el contrario, tenemos como característica de la madurez avanzada, vamos a llamarla así por no decir vejez, la firme convicción de que nada podemos cambiar y de que haga yo lo que haga para nada va a servir.
Recientemente he acabado de leer la demoledora novela de Vargas Llosa, Tiempo recios, en la que nos narra un momento de la historia de Guatemala mostrando, de un modo tan claro como inquietante, quién de verdad escribió la historia de aquel país en los años 50.
Alguien podrá decir, ¡qué me importa a mí la historia de Guatemala! Pero se equivocará si así piensa, porque lo que sucedió en ese pequeño país centroamericano en aquellos años, es perfectamente extrapolable a lo que sucede hoy en el resto del mundo.
Extrapolable a lo que pasa también aquí. Por eso, sí importa lo que Vargas Llosa cuenta en esa novela. Y haría bien en leerla más de uno de los que viven acomodados en una perpetua adolescencia.
Hay unos poderes políticos y económicos que tratan al mundo como un tablero de ajedrez. A su servicio, unos medios de comunicación que manipulan a las masas para hacerles creer que deciden algo, que su voluntad tiene consecuencias reales, y lo más importante, que son libres.
Los hechos son siempre ocultados o publicados según convenga, y en este último caso, interpretados siguiendo las directrices del poder establecido por las urnas, que a su vez se ha de plegar a otro poder superior no establecido en urna alguna. Y anónimo.
Así pues, todo lo que vemos, lo que nos dicen que pasa, pase o no,  es una gran obra de teatro que será drama, comedia o tragedia según convenga. Y no es nuevo esto que digo; Calderón de la Barca ya lo dijo.
Pienso que hubo un momento en la historia reciente de España en que sí que la gente tomó el poder y escribió unas hermosas páginas para la posteridad. Hablo de la Transición; pero era peligroso que eso durase, y se cortó de raíz el 15M. Desde entonces, hemos vuelto a lo que desgraciadamente es normal, habitual, a lo que narra Vargas Llosa.
Por esto, aunque ahora estoy convencido de que nada podemos cambiar y que haga yo lo que haga para nada va a servir, madurez avanzada; no puedo olvidar aquellos años en que sí tomamos las riendas de nuestra historia y miramos al futuro, adolescencia y juventud, por lo que aún pienso contra toda evidencia, que sí es posible cambiar el mundo y de que yo puedo colaborar en ese cambio. De hecho lo hicimos.
Salí a la calle el 23F, mi voz, junto a millones de voces, se escuchaba. Salí a la calle el 15M, mi silencio, junto a millones de silencios, se escuchaba. Pero a partir de ahí, porque esos poderes, cuyos nombres la historia algún día revelará, así lo quisieron, ya no vale para nada salir a la calle. Aunque nos digan que sí. Aunque quieran hacernos creer que pintamos algo en esta historia.
No, nada pintamos. Y es importante que tengamos esto claro. Participamos, eso sí, en una gran obra de teatro cuyo género no acabo de identificar, comedia, drama, tragedia… Del director y el productor nada sabemos a ciencia cierta, y a los actores principales, que sí conocemos bien, poco les importamos los demás. Somos mera comparsa en la búsqueda de sus quimeras y en la satisfacción de sus ambiciones.
Por todo esto puedo decir que desde mi madurez avanzada, añoro la adolescencia y la juventud. Y que aunque ahora no veo luz, sé que la luz existe, porque la he visto.

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