Entre
los muchos detalles con los que mis compañeros me abrumaron en mi cena de
jubilación hubo uno que voy a compartir hoy, una tarta. Una tarta de esas que
da mucha pena comérsela. De momento no me la he comido, la he congelado para
que dure, para poderla enseñar, y le he hecho fotos, muchas fotos, porque
¡claro! tarde o pronto deberá ser deglutida, porque ese, después de todo, es su
destino final.
Como
veréis en las fotos, sobre una pizarra hay dos libros, Cipi y El Camino. Una
goma de borrar y un boli. Los nombres de cinco montañas con sus altitudes, el
Midí d´Ossau, el Vignemale, el Monte Perdido, el Aneto, el Mont Blanc y una
cuerda. Y también está el texto de entrada del blog.
Educación,
literatura, montaña y el blog, todo junto en una puesta en escena, comestible
por cierto, perfecta. ¡Por eso va a ser tan difícil comérsela!
Gracias
por tener la idea, por recabar información para diseñarla, por dar tan
acertadamente esa información y, de un modo especial, gracias a ti, Honorat,
por dar forma a ese dulce y cierto esbozo de mi vida.
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