¿Es un
pudin?, en sentido estricto no. ¿Es un flan?, tampoco. ¿Es una tarta?, en
absoluto. ¿Un pastel? No sé. Entonces ¿qué es? Algo bueno de manzana, y como la
manzana está buena y es buena, le he dedicado una receta sencillita y muy
sabrosa.
El
único problema que tiene es que cuando empiezas a comer no sabes cuándo parar.
Un trocito más, ¡vale!... Otro, otro… y así hasta que se acaba, o el gusano de
la conciencia metabólica se sale con la suya.
Ingredientes:
Tres o cuatro manzanas.
Un buen puñado de piñones.
200 ml. de leche.
100 g. de azúcar. Yo lo prefiero moreno integral de caña.
2 huevos.
100 gr. de harina.
Pimienta negra.
Canela.
Empezaremos
por introducir en el horno precalentado las manzanas troceadas en ocho partes.
A la media hora añadiremos los piñones y las dejaremos diez minutos más. Al
sacarlas del horno las trituraremos hasta hacerlas puré, las espolvorearemos con pimienta
negra y las reservaremos.
Por
otra parte batiremos los huevos con el azúcar, luego añadiremos la harina y
seguiremos batiendo hasta hacer una masa uniforme. Luego añadiremos la leche. De esta forma no se harán grumos.
Cuando
sea todo una mezcla homogénea, le echaremos la canela y las manzanas asadas con
los piñones, que teníamos reservadas. Mezclamos bien todo y seguimos batiendo
hasta que quede como una masa espesa.
Untaremos
el molde con abundante mantequilla antes de verter en él la mezcla, y lo meteremos
en el horno a 250º (sin precalentar) durante quince minutos, y a 170º durante media hora más.
Y ya
está. Sólo queda dejar enfriar y desmoldar. Está riquísimo.
NOTA:
Como lo de la potencia de los hornos es un poco relativo, aconsejo vigilar de
vez en cuando para que no se queme. Ha de quedar doradito por fuera y cremoso
pero compacto por dentro.
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