FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 8 de febrero de 2020

He tardado en sentarme a escribir...


He tardado en sentarme a escribir estas líneas porque no sé muy bien por dónde empezar. Por eso voy a hacerlo repitiendo el breve texto que publiqué ayer, antes de ir a la cena:

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas Tú.

Rebosante de agradecimiento, desbordado por vuestras muestras de afecto, pensaba en aquel lejano día en el que entré al cole y me encontré con un 6º de EGB de 42 “cabrillas”, y toda una vida por delante. Y pensé en un tiempo más lejano aún, cuando intentaba madurar mi vocación; pero de esto hablaré en otra entrada.
Pensaba también en los 38 años que han pasado desde entonces, en las luces y en las sombras, en las largas jornadas de desierto, nunca solo, y en los muchos oasis del camino.
Y era tanto y tan hondo todo lo que quería deciros que cuando cogí el micro y empecé a hablar siguiendo un pequeño guion de unas pocas palabras, sabía que no iba a ser capaz de expresar todo lo que quería y de que me dejaría mucho en el tintero.
Y con ese sentimiento me he quedado.
Pero aquí entra el blog, que me permite compensar de algún modo esa sensación con la que sabía que me quedaría, hiciera lo que hiciera ayer por la noche.
Quiero volver a daros las gracias de todo corazón; de verdad. Quiero volver a pediros perdón por todo lo que no haya hecho bien; de verdad. Quiero repetiros, una vez más, que tanto compañeros como alumnos me habéis dado mucho más de lo que yo haya podido daros; de verdad. Quiero arroparos desde el fondo de mi alma con todo el apoyo y ánimo que sé que necesitáis, y más en los tiempos que corren; de verdad. Quiero que os cuidéis unos a otros como me habéis cuidado a mí; de verdad. Quiero que algún día podáis decir, como hoy os digo yo, que pese a todo y por encima de todo, volveríais a “gastar” vuestra vida en el cole, regalándola a “les cabretes conines” y no tan “conines”; de verdad.
Y digo de verdad porque cuando ayer os hablaba, cuando hoy os escribo, lo estoy haciendo con la más absoluta sinceridad. Desnudando el alma sin miedo. ¿Por qué ocultar los sentimientos cuando son ciertos y buenos? ¡Que vuelen libres, al sol y al aire!
Y por todo esto, porque puedo escribir estas líneas hoy después de todo y tanto, sé que debo compartir también con vosotros, compañeros del alma, alumnos de siempre, amigos, un hondo sentimiento de gratitud a Dios y de admiración por su presencia en mi vida.
Por esto repito por tercera vez en dos días,

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas Tú.

¡Gracias y que Dios os bendiga!

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