Todos
los meses el Papa reza de un modo especial por algo que considera importante, y
lo hace público, invitando así a que se unan a su oración todos lo que lo
deseen.
Este
mes de abril nos invita a rezar por
aquellos que arriesgan sus vidas luchando por los derechos fundamentales en
dictaduras, en regímenes autoritarios e incluso en democracias en crisis.
Esto
me hace pensar. De rezar por ellos a ser uno de ellos hay un paso importante,
pero lógico y coherente si la situación así lo requiere, pues de lo contrario
esa oración sería puro cinismo. Como tantas veces.
Estemos
pues atentos a nuestro alrededor, pues la verdadera democracia no es un bien
que una vez logrado ya se queda, sino que hay que cuidar día a día, pues son
muchos los “salvadores de la patria” que bajo cualquier bandera, unas mejor
vistas que otras, tratan de imponernos su verdad a todos utilizando cualquier
medio a su alcance.
Esta
intención del Papa para este mes, va pues mucho más allá de la oración por los
que arriesgan sus vidas luchando.
También nos advierte e interpela, pues es posible que, si no arriesgar la vida hoy por hoy en España, sí tengamos que arriesgar otras cosas por defender la
vida, la libertad, la justicia y otros derechos fundamentales que tenemos las
personas por ser hijos de Dios, aunque muchos no lo sepan o sabiéndolo no lo
crean.
Porque
una de las cosas que he descubierto en esta pandemia es que si algo justifica y
da sentido a la vida del hombre en el mundo es el hecho de ser hijos de Dios.
Es lo que nos salva de nuestra insondable miseria como especie. Es lo que,
después de todo, da sentido a nuestra existencia y nuestra historia.
Creo yo.
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