No es el camino, no. Ese no es el camino. Ofender,
avasallar, insultar, pisotear, despreciar no es nunca el camino.
La individua en cuestión que en la catedral de
Colonia, en la Misa
del gallo, semidesnuda y con un tatuaje donde se leía “Soy Dios”, saltó sobre
el altar mayor, estaba con sus hechos haciendo exactamente lo contrario que
reivindicaba con sus palabras. En nombre del respeto a la libertad de las
mujeres estaba faltando el respeto y atentando contra la libertad de millones
de mujeres… y de hombres. ¡Hartito estoy de tanta mandanga con el sexo!
Personas, somos todos personas y punto.
Además ahora, en unos momentos en que la Iglesia está haciendo
verdaderos esfuerzos de renovación en muchos frentes, entre ellos el sexual y
el de la mujer, resulta especialmente absurdo semejante numerito. Aún queda
mucho, pero la Iglesia
está en marcha.
Me da miedo, de verdad me da miedo el que haya gente
que crea que de ese modo van a cambiar las cosas. Por esos oscuros caminos ya
han transitado otros “héroes de la historia” que lo único que consiguieron,
además de generar mucho dolor, es dar la vuelta a la tortilla, hasta que
vinieron otros que volvieron a darla en sentido inverso… y volvimos donde
empezamos.
Y es que así no se avanza. Se avanza con el diálogo,
con el consenso, con la coherencia, con el respeto. Se avanza siendo fieles a
la propia conciencia y reconociendo que los otros que no piensan como yo
también tienen derecho a ser fieles a la suya.
“Tu verdad no, la verdad y ven conmigo a buscarla”,
nos dice Antonio Machado. Ese sí es el camino.
¡Qué
triste e irritante noticia ésta! ¿verdad?
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