FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 4 de febrero de 2014

Son crímenes contra la humanidad.

Al salir esta mañana del “cole” al final de la calle, sobre mi querida sierra Calderona, una impresionante columna de humo anunciaba un nuevo desastre. Pronto he averiguado que el fuego se había iniciado en la Masía de Ferrer, en el término de Soneja.
La Masía de Ferrer estuvo abierta como restaurante durante algunos años, comiéndose muy bien, por cierto, hallándose situada en un paraje encantador. Un llano, al pie de las cumbres más altas de la Calderona, desde donde se contempla, al norte, la sierra de Espadán en toda su extensión; cerca, un madroño espectacular centenario y un olivo, la olivera Morruda, de unos mil quinientos años. Desde allí, yendo hacia Segorbe, un par de espectaculares e inesperadas lagunas ponen una nota azul a un paisaje siempre verde, que en primavera se torna más verde todavía y se cubre de flores.
Pero la sequía, el odioso y persistente viento y la imbecilidad llevada al límite o la maldad en estado puro, quizá estén hoy acabando con todo esto.
Me han dicho que el fuego ha empezada hacia el medio día. Ahora, son las seis y media y ya no veo humo. Las últimas noticias, sin embargo, no dicen que esté controlado. No sé el daño que estará haciendo. No sé que parajes habré perdido para siempre. Más parajes perdidos para siempre. Me siento triste, rabioso e impotente.
Sólo puedo escribir. Recordar que nos estamos quedando sin bosques, sin monte, sin vida. Y pedir, rogar que se haga algo eficaz, rotundo, para evitar este camino a ninguna parte. No basta con tener buenos equipos de extinción, no basta con repoblar, plantando un árbol por cada mil que se queman, no basta con campañitas de concienciación. Mi propuesta es concreta. Quien me conoce me la ha oído mil veces. Que provocar, sea como sea, un incendio forestal, se considere un crimen contra la humanidad, y como tal sea juzgado. Y que se dicten las sentencias más duras posibles. Hay otras medidas que deberían tomarse también, pero ésta creo que es fundamental. Esto sería tomarse en serio el medio ambiente.
Provocar un incendio forestal es un atentado gravísimo contra la vida, contra las personas, contra el aire que respiramos, contra el paisaje en el que vivimos. Es un atentado de consecuencias que se nos escapan siempre de las manos, consecuencias que no llegamos ni a imaginar. Y al menos aquí, en estas tierras, sin posible marcha atrás. Esto es evidente para cualquiera que salga a nuestros montes y abra los ojos.
Pero claro, señores y señoras enfundados en trajes caros, de esos que me dan miedo, con coches caros, y que se reúnen y hablan sesudamente en salones elegantes con ramitos de flores de invernadero, dirían que no, que no hay para tanto. Los crímenes contra la humanidad son otras cosas más graves. Y nos envolverían con palabras y palabros, creando un galimatías tan incomprensible como estéril. Porque lo que pasa es que, en realidad, todo eso les importa un bledo.
Y mientras, entre la autárquica estupidez de estos señorones y la indiferencia de la mayoría, cada vez es más difícil salir al campo verde, hacer un recorrido sin atravesar extensos y tristes parajes donde en otros tiempos había vida, y vida en abundancia. En otros tiempos.
Hace algunos meses, quedé con unos amigos en pasar con  los niños un día de primavera por las lagunas de Segorbe, subir al puesto de observación de aves, disfrutar de la olivera Morruda, del madroño centenario, de los pinares y las flores, recoger espárragos... No sé, pero creo que esos niños nunca podrán disfrutar de ese hermoso rincón de la sierra Calderona. A ellos, y a todos nosotros, nos lo han robado. Sé que la Guardia Civil hará su faena. Y sé que luego no pasará nada.

NOTA. A continuación tenéis unas fotos de algo que quizá ya no sea como lo veis.






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