Recién llegaditos estamos de un mundo bien diferente.
Breve ha sido la estancia, pero grata y densa, como siempre. Y pasada por agua,
y por nieve, porque esta vez a eso hemos ido a los Pirineos, a ver nevar y llover.
Porque allí llueve y nieva. Hace frío. Hace sol. ¡Qué
bendición! Las montañas cubiertas de invierno, bien se pierden en el gran
blanco, o se ocultan tras nubes negras y grises, o brillan
resplandecientes contra el azul intenso del cielo. Los ríos bajan bravos y los
valles, acogiendo el agua que les llega de la altura, aguardan la llegada de la
primavera, todavía pardos y blancos. En los pueblos huele a leña, y a través de
las ventanas se intuyen hogares cálidos… De verdad, es otro mundo.
Mientras, aquí seguimos igual. He visto los partes al
llegar. Demoledor. Sigue sin llover, siguen los vientos secos de mistral y
poniente. Sigue sin poder formarse ni rocío por las noches. Sigue sin ser siquiera
noticia para nadie. Sigue el infierno.
A continuación tenéis algunas fotos de ese otro mundo
no tan lejano, cinco horas de coche, pero tan diferente, tan hermoso; de ese
otro mundo donde aún existen las cuatro estaciones; de ese otro mundo donde
ahora es invierno, sí señor, invierno, y punto.
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Carretera de Ordesa el sábado por la mañana. |
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Hayas en el valle de Ordesa. |
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La nieve que cae "dibuja" las ramas de un haya. |
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El restaurante de Ordesa bajo una intensa nevada. |
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Paseamos bajo la nieve por el bosque. Invierno. No había casi nadie. |
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Fanlo. El día seguía gris y cerrado. |
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A medio día deja de nevar. La Peña Montañesa aparece entre las nubes. |
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Por la tarde, vuelve a cerrarse y nieva de nuevo. Paredes de Pineta. |
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Llegamos al Circo de Pineta que se adivina entre las nubes. |
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Camino abierto en la nieve para acceder a la Ermita de la Virgen de Pineta,. |
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Un haya desnuda se recorta contra las paredes que se pierden en las nubes. |
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Al atardecer por fin va despejando y gozamos de una puesta de sol espectacular en Ainsa. |
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