En el capítulo XXXII, Don Quijote explica a los
Duques, en cuyo castillo está hospedado, que algún encantador le ha cambiado a
su sin par Dulcinea por una aldeana, diciendo “halléla encantada y convertida
de princesa en labradora, de hermosa en fea, de ángel en diablo, de olorosa en
pestífera, de bien hablada en rústica, de reposada en brincadora, de luz en
tinieblas, y, finalmente, de Dulcinea del Toboso en una villana de Sayazo” para
acabar, triste y dolido, con estas hermosas palabras “porque quitarle a un
caballero andante su dama es quitarle los ojos con que mira, y el sol con que
se alumbra, y el sustento con que se mantiene. Otras muchas veces lo he dicho,
y ahora lo vuelvo a decir: que el caballero andante sin dama es como el árbol
sin hojas, el edificio sin cimiento y la sombra sin cuerpo de quien se cause”.
Feliz quien hoy, 14 de febrero, día de San Valentín, pueda
hacer suyas estas palabras, que dedico a Isabel.
Tú eres los ojos con que miro, el sol que me alumbra
y el sustento que me mantiene. Otras muchas veces lo he dicho, y ahora lo
vuelvo a decir, tú eres las hojas de mi árbol, el cimiento de mi casa y el
cuerpo de mi sombra.
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