Lourdes, a parte del nombre de mi hermana, es una
ciudad del Pirineo francés que se ve desde muchas de las altas cimas de la
cordillera. En su bonito castillo podemos disfrutar de un interesante museo
pirineísta.
He ido muchas veces a Lourdes, ya desde bien pequeño,
pues mis padres siempre han tenido mucha devoción a la Virgen. También he estado allí
por motivos montañeros.
Pero no es de montañas de lo que voy a hablar en esta
entrada, sino de algo que sucedió allí, que unos buenos amigos me contaron ya
hace tiempo. La curiosa historia es la siguiente.
Unos familiares suyos, en un viaje, pasaron por allí.
Uno de ellos, afamado médico, no creyente un punto combativo, dedicado a su
profesión y a la buena vida que sus sustanciosos ingresos le permitían, se negó
a entrar al reciento del santuario aduciendo que esas cosas no le iban y
optando por darse un garbeo por las populosas y cosmopolitas calles de la
ciudad.
Cuando un rato después se reencontraron, desde el
primer momento su mujer notó que algo había pasado. Estaba diferente,
especialmente silencioso. A la pregunta lógica de ¿qué te ha pasado? no hubo
respuesta.
A partir de aquel día fue otro. Su profesión la
orientó al servicio desinteresado a los demás, compartió sus ingresos con quien
él sabía que lo necesitaba, se entregó a su familia como nunca había hecho,
participó activamente en la vida de su parroquia, trabó amistad con uno de los
sacerdotes más comprometidos de la iglesia en España… Su mujer dice que ha
estado casada con dos hombres.
Nunca dijo a nadie qué pasó aquella tarde en Lourdes.
Familia, amigos y compañeros se lo han preguntado mil veces. La respuesta
siempre ha sido el silencio.
Esto no es un cuento. Es cierto. Conozco las
circunstancias concretas de estos hechos, que lógicamente no puedo publicar. Lo
que no he tenido el placer es de conocer personalmente a este hombre.
Por supuesto, no le preguntaría qué pasó, pero sí le
diría que me hablara de Dios, porque una persona que ha vivido de un modo tan
radical la conversión, seguro que tiene mucho que decirnos a los que andamos
buscando. Aunque si bien lo miras, su vida ya lo dice todo. De hecho, según
me han dicho, es parco en palabras. Quizá por eso. Porque habla con los hechos.
Y sucedió en Lourdes.
¡Felicidades hermana mía!
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