Arde La
Vallesa y el fuego avanza hacia Valencia La Vella , Traver, el Parque
Natural del Turia…La sequía extrema, el calor agobiante, el cielo de fuego, el
olor a quemado, la columna de humo…
He salido a verlo de cerca por la carretera de
Manises. No se me ocurre una imagen más elocuente, más explícita, más hiriente
de lo que es una catástrofe medioambiental que lo que acabo de ver y vivir.
El monte ardiendo, las obras (no digo que no hicieran falta), los helicópteros, las avionetas, la guardia civil, la policía, las
ambulancias, los bomberos, la temperatura muy alta, el viento, de levante pero
viento, la gente siguiendo a su marcha, un grupo charlando y riéndose en la
terraza de una cafetería con todo esto como telón de fondo…
Me he sentido mal, muy mal, extraordinariamente mal,
y sinceramente, he deseado huir, irme muy lejos, y dejar de sufrir por una
tierra que irremediablemente se pierde para siempre. Si no lo veo, aunque me sabrá mal sufriré menos.
Lo que está ardiendo eran
los pinares donde a mis catorce, quince, dieciséis iba con la bici a ver atardecer
cuando veraneaba en La Cañada ,
donde me quedaba quieto para ver las ardillas, donde soñaba con montes más
altos, bosques más profundos…
De verdad, será cobarde, pero me quiero ir y no
puedo. No quiero seguir viendo como esta tierra a la que tanto quiero está siendo
asolada. Me quiero ir a un lugar donde cada vez que me despida de un paraje, no
piense que quizá sea la última vez que lo haya gozado, que lo haya vivido.
Por eso me quiero ir…y no puedo.
Es curioso ver cómo restauramos nuestras fuerzas, perdidas la jornada anterior tras una jornada interminable, tras un placentero sueño. Es sorprendente, el poder de la primavera, tras un verano abrasador, un otoño tonificante y un invierno de quietud. Ocurre todos los años. Por suerte, la vida en el monte se abre paso, a pesar de la ignorancia, el desaire y los descuidos. Vive Jesús, hay veces que toca lamerse las heridas. Lucha!
ResponderEliminarDo.
Y lucho. Hago lo que está en mi mano. Pero es muy poco. Y veo que me lo están quitando todo, poco a poco. Voy a cumplir 59 años y son ya tantos y tantos los rincones en los que he sido feliz y ya no existen. ¡Ojalá se recuperen algún día!, pero yo ya no lo veré...Esta tierra era preciosa. Había mil excursiones distintas cerca de casa. Ahora ya casi no quedan pinares. Me he de ir cada vez más lejos si quiero sombra y árboles. Yo he visto la sierra de Chiva cubierta de pinos y tejos, y la Calderona era todo un bosque, y los montes de Alcublas y Andilla estaban cubiertos de una impresionante y viva masa forestal, y el cañón del Júcar era de una grandeza casi mística...Ya no queda nada, como más monte bajo y algún que otro pino solitario...Y esto va a más, no a menos.
EliminarLucho como puedo y vivo, claro que vivo, pero, ¡joder! qué mal lo estoy pasando.
Gracias por el comentario Unknown.
Tienes razón, cada vez quedan menos lugares tal como los recordábamos que eran, entre la presión urbanística, los cultivos que han roturado el monte y los incendios se han cargado todo el término municipal.
ResponderEliminarLo que más me dolió ayer fue la insensibilidad, cuando ayer salí a las 5 de la tarde y vi la lluvia de ceniza y hojas quemadas (porque llovian). Había un grupo de chavales diciendo que !que chulo! que nunca habían visto eso ¿que chulo?. resulta ahora que cualquier cosa nueva aunque sea atroz es chula para ellos. tenemos que reflexionar sobre ello y por favor no mezclemos la política en esto. esto es un desastre y punto. y entre todos tenemos que trabajar para remediar lo que se pueda.
Eliminary una última reflexión: cuando nuestros antepasados vivían de la agricultura y se daban largas temporadas de sequías se organizaban rogativas para pedir la lluvia. ahora ni nos lo planteamos. como no vivimos del monté....
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