Ya llegó. Hace unas pocas horas el verano ha llegado
sobre una tierra agostada. Así es y así hay que decirlo.
Es evidente que agostar y agosto son palabras de la
misma familia y significa secar o abrasar las plantas a causa del excesivo
calor. Lo propio de agosto. No de junio. Que el verano llegue por estos lares
cuando los montes y los campos ya hace mucho tiempo que están agostados es
terrible.
Porque el mes que viene no es septiembre y el otro
octubre, con los días más cortos, tormentas, temporales de levante,
temperaturas más suaves, no. El mes que viene es julio y el otro agosto. Julio
y agosto ¡Qué miedo!
Sólo nos queda esperar que este verano que por estas
tierras acostumbra a ser largo y duro sea benévolo. Que llueva algo, aunque sea
con tormenta, que no sean demasiado altas las temperaturas y sobre todo, que no
entre el poniente. ¡Que no entre el poniente, por Dios!
¿Es mucho pedir?
Así está el romero. Pasas la mano y caen las hojas. |
Esto es tenía que estar verde. Está seco. Este año no habrá moras. |
Este triste aspecto tienen las jaras. Muchas no han llegado a florecer. |
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