Uno de
estos días nubosos, de cielos oscuros, de brumas impulsadas lentamente por el
levante; uno de estos días en los que antaño llovía; uno de estos días sin sol,
salí a dar una vuelta por el monte y, éste, en su infinita bondad me regaló un extraño
y bello atardecer.
El
sol, que había estado oculto toda la tarde, se asomó un momento antes de
hundirse en un mar de nubes bajas. El momento fue mágico. Muy digno de
contemplación.
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