Que el
mundo de los llamados “famosos” me ha resultado desde siempre absurdo,
irritante y hasta despreciable, no es algo que haya ocultado. Los programas
televisivos o las revistas llamados "del corazón" me producen algo parecido a la
náusea, sobre todo si quienes allí aparecen no aportan más que su “fama”.
Pero
eso es mi problema. Soy libre de pasar de todos esos individuos como libres son otras gentes de seguirlos y adorarlos. Ahí no entro. Allá cada uno con su vida y con
su forma de vivirla, con sus dioses y sus servidumbres, con sus héroes y sus
villanos.
Pero
he aquí que nos ha visitado uno de estos "famosos”. Y esa visita me ha llevado a la siguiente reflexión.
Ahora bien, antes
de compartirla, y para ser totalmente sincero, he de decir que yo, a la “estrella
visitante” no la conocía de nada, nunca había oído ni su nombre. Tampoco fui a
verlo, pues me informé y sabía que la cosa no iba conmigo. Por eso voy a entrar en el tema solo un poquito, por no
tener más conocimiento de causa que el adquirido en la breve "investigación" que a raíz de lo acontecido hice. Sin embargo pienso que, desde el escaso conocimiento del asunto que la citada "investigación"
me ha procurado, no ando muy desencaminado con lo que digo a continuación.
¿Por qué se ha gastado dinero
público en traer a la Feria del Comercio de Ribarroja a un señor cuyo único
mérito es el de ser “famoso”, supongo que por estar casado con Alaska, ella sí,
cantante, y haberse encontrado con algunos programas de televisión que han inflado
últimamente su “fama”? Ésta es la pregunta. ¿Cuál ha sido el criterio para elegir a este señor?
Y ahora, claro, cuando pague mis impuestos, me sabrá mal el pensar que algunos
eurillos de esos que abonaré religiosamente, puedan haber ido a parar al
bolsillo de semejante individuo. Es un decir, pero se entiende, ¿verdad?
Y me sabrá mal, además, que haya personas en el ayuntamiento con capacidad para tomar decisiones como éstas, sin luces suficientes para no tomarlas, para darse cuenta de que había muchas otras alternativas bastantes más asumibles para la gran mayoría, incluso quizá más baratas. ¿O es que tienen otra clase de luces?
Y me sabrá mal, además, que haya personas en el ayuntamiento con capacidad para tomar decisiones como éstas, sin luces suficientes para no tomarlas, para darse cuenta de que había muchas otras alternativas bastantes más asumibles para la gran mayoría, incluso quizá más baratas. ¿O es que tienen otra clase de luces?
No sé.
Dejémoslo aquí, en una escena más de nuestras calles.
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