Andaba
un día de estos por el monte, atravesando una región antaño cubierta de densos pinares
y antiguos bancales de olivos y algarrobos, ahora convertida
en una triste estepa abierta a los cuatro vientos y requemada por el sol
implacable de estas tierras, cuando vi lo que comparto en este foto.
Un
olivo calcinado envuelto por sus propios retoños. El mito del ave fénix. La
vida venciendo a la muerte. Me pareció una imagen preciosa, esperanzadora. Me
senté y estuve un largo rato contemplando.
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