Voy a desarrollar el punto 1 de la Carta abierta al "Conseller" de Educación Vicent Marzá. La utilización de la educación como arma política, lo que provoca una gravísima inestabilidad en el sistema.
Para
utilizar la educación como arma política hay que politizarla. Y en España está
politizada. Eso es un hecho oculto pero real, siendo una prueba de ello el
hecho lamentable y vergonzoso de que cada cambio de gobierno hay cambio en el
sistema educativo. Esto provoca una grave inestabilidad en el sistema lo que nos conduce a un deterioro progresivo e imparable.
Pero a
mí, lo que me preocupa, no son tanto los mangoneos políticos sino la aceptación
social de estos mangoneos. Dicho de otro modo, el problema no es que un
determinado político diga o haga tal y tal cosa, sino que la gente lo vote.
Siguiendo
este planteamiento voy a demostrar, con un ejemplo muy clarito, cómo la
politización de la educación crece sin mesura, no tanto porque los políticos la
busquen, sino porque la gente no dice basta.
Este
ejemplo es la utilización del acrónimo AMPA en vez de APA para designar a las
asociaciones de padres de los centros. Se ha extendido masivamente y todo el
mundo la utiliza sin vergüenza ni rebozo.
Veamos.
La Real Academia Española ha dicho en repetidas ocasiones, de modo claro y
argumentado, que eso es improcedente. Que es un desdoblamiento artificioso,
ajeno a cualquier justificación lingüística y contrario a la dinámica natural
del lenguaje. Y habrá que recordar aquí que la RAE ha mantenido, en sus más de 300
años de historia, una independencia ejemplar respecto a los avatares políticos.
Es una institución académica, no política. Y lo tienen muy claro.
Pero
resulta que en un momento determinado, diversos sindicatos, partidos políticos
y grupos con una fuerte carga ideológica, publican una serie de documentos en
los que, en aras de la visibilidad de la mujer, dicen, entre otras muchas lindezas, que hay que decir AMPA.
Sus argumentos son sólo ideológicos.
Y las
escuelas, los institutos, la universidad ¿qué hacen? Desoyen a la institución
académica y siguen las directrices de las instituciones políticas. Desoyen los
argumentos lingüísticos y se pliegan a los ideológicos. Y tan contentos.
¿Y por
qué? Por la profunda y deplorable manipulación ideológica que se hace desde las
instituciones políticas de la educación. Y por la triste falta de criterio de
los que aceptan sin pensar, de los que en ausencia de actitud crítica alguna,
claudican ante lo políticamente correcto aunque sea una memez, un insulto a la
inteligencia.
Alguien
puede pensar que decir AMPA en vez de
APA no es tan grave. Sí lo es. Y lo es porque el lenguaje es pensamiento y el
pensamiento es lenguaje. Y es intolerable que el docente con su lenguaje, transmita su pensamiento político al alumno, le "venda" su ideología. Lenguaje y pensamiento.
Un profesor debe escuchar antes a la RAE que a un sindicato o a un partido. En el ámbito personal que haga lo que quiera. En el desempeño de su profesión, anteponer ideología a ciencia es una inmoralidad. Y la institución docente no puede tampoco desoir a la autoridad académica y seguir directrices estrictamente ideológicas. Es un contrasentido y una vergüenza. Las asociaciones de padres, que no son de hecho una institución docente, pueden autodenominarse como quieran. La escuela o instituto al que pertenecen se deben, en cuestiones de lenguaje, a la RAE y no a sindicato, partido político o plataforma alguna.
Un profesor debe escuchar antes a la RAE que a un sindicato o a un partido. En el ámbito personal que haga lo que quiera. En el desempeño de su profesión, anteponer ideología a ciencia es una inmoralidad. Y la institución docente no puede tampoco desoir a la autoridad académica y seguir directrices estrictamente ideológicas. Es un contrasentido y una vergüenza. Las asociaciones de padres, que no son de hecho una institución docente, pueden autodenominarse como quieran. La escuela o instituto al que pertenecen se deben, en cuestiones de lenguaje, a la RAE y no a sindicato, partido político o plataforma alguna.
Se
dice APA, no AMPA. Y esto, dicho sea de paso, nada tiene que ver con la
dignidad de la mujer, con su visibilidad en la sociedad, con la justa igualdad
de derechos entre hombres y mujeres. No es rompiendo el lenguaje y haciéndolo
farragoso, ilegible, a veces ridículo, como vamos a lograr esto. No señor.
Pero ¡ojo! este
problema no son los políticos los que pueden solucionarlo, pues ellos son los
que lo crean. Somos la gente de a pie quienes, haciendo uso de nuestra
capacidad crítica y por respeto a la libertad de los demás, podemos y debemos plantar
cara a una memez y una imbecilidad de consecuencias muy, muy serias.
Una
educación politizada no es educación, es adoctrinamiento. Nos jugamos la
libertad, el pluralismo, la democracia.
Aunque
no lo parezca.
Y esto ha sido sólo un ejemplo.
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