Hay en
Platero y yo un texto precioso en el
cual, hace ya muchos años, descubrí cómo se llamaban en castellano esas plantas
tan nuestras llamadas chumberas, o en valenciano “figues paleres”.
Se
llaman también nopales. Y me pareció un nombre precioso, bastante más
“elegante” que chumbera. Quizá por eso lo eligió Juan Ramón Jiménez.
Pero,
¿a santo de qué escribo hoy sobre esta palabrita? Pues porque en estos días, los
nopales, están espléndidos. Bien merecen que hagamos una excursioncilla y
disfrutemos de su floración. Y eso he hecho esta tarde, una larga excursión
entre nopales en flor, malvas y madreselvas…
Mirad
las fotos, y disfrutad del texto titulado “A platero en el cielo de Moguer”.
Dulce
Platero trotón, burrillo mío, que llevaste mi alma tantas veces, ¡sólo mi alma!
por aquellos hondos caminos de nopales, de malvas y de madreselvas; a ti este
libro que habla de ti ahora que puedes entenderlo.
Va a
tu alma, que ya pace en el Paraíso, por el alma de nuestros paisajes
moguereños, que también habrá subido al cielo con la tuya; lleva montada en su
lomo de papel a mi alma, que, Caminando entre zarzas en flor a su ascensión, se
hace más buena, más pacífica, más pura cada día.
Sí. Yo
sé que, a la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y Ios azahares,
llego lento y pensativo, por el naranjal solitario, al pino que arrulla tu
muerte, tú, Platero, feliz en tu prado de rosas eternas, me verás detenerme
ante los lirios amarillos que ha brotado tu descompuesto corazón.
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