Bueno,
pues ha llovido. A lo bestia en algunos sitios, como suele suceder por aquí,
pero ha llovido. En el pluviómetro de casa hemos recogido 25 litros, que no
está mal.
Para
el monte, una lluvia así a finales de agosto, es una auténtica bendición, y más
después del verano que hemos sufrido. Hace ya tiempo pedía a gritos algo así.
Cuando
hoy hemos vuelto a casa de viaje, por la mañana, el azul era azul, y el verde,
verde, y olía a tierra mojada y a aire limpio. ¡Qué bonito!
El
lunes que viene es posible que vuelva a llover; es posible. Sería muy bueno que
así fuere. No hay que olvidar que en lo que llevamos de año apenas hemos
rebasado los 200 litros por metro cuadrado. Y se considera clima desértico
cuando hay menos de 300 litros anuales por metro cuadrado. ¿Cómo lo veis? ¡Ojo,
eh!
A no
quejarse cuando llueve.
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