FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 21 de agosto de 2019

Entonces reconocemos la altitud.



Voy a dedicar este texto extraído del libro de George Sonnier, La montaña y el hombre, a todos los que en algún momento de su vida han compartido conmigo la altitud, y de un modo muy especial a mis amigos José Ángel y Miguel Ángel que, como ya dije en una pasada entrada, llegaron a la cima del Mont Blanc el pasado 17 de agosto. Y lo comparto una tarde de verano, por fin  lluviosa, ¡han caído tres litros! que me reconforta y que anuncia tímidamente el ya no muy lejano otoño. Buena tarde ha sido para leer y escribir.

Cuando nuestra sangre late en las sienes; cuando el aire helado seca nuestra garganta y penetra hasta lo más profundo de nosotros como un fluido  infinitamente precioso y vivificante;
cuando ya no tenemos hambre, sino sed, y todo en nosotros se convierte en esfuerzo, gesto o pensamiento;
cuando el frío es tan intenso que el piolet se nos escapa de las manos y los horizontes quedan humedecidos  por nuestras lagrimas;
cuando la superficie de nuestra tierra se nos aparece como un rostro vivo, pero como el rostro ajado de una criatura que hubiese sufrido mucho;
cuando con una mirada descubrimos los desgarros y las heridas antiguas, las complicadas alianzas de las cadenas, la unión o el divorcio de las aguas;
cuando toda vida animal o vegetal ha quedado absorbida en el gigantesco crisol;
cuando desde el fondo de los valles, se eleva y muere a nuestro pies la gran voz geológica, la queja inmensa de la tierra, hecha por los mil ruidos de abajo, ruidos de la erosión, del agua y del viento;
cuando sentimos que esa queja, agotada por su larga ascensión, es incapaz de alterar el gran silencio superior;
cuando la perfección misma de ese silencio es tal que hiere nuestros sentidos;
cuando percibimos como un roce del espacio;
cuando se nos aparecen los astros en pleno día;
cuando la luz nativa se desliza desde un infinito trasparente y negro, oscura como una luz que hubiera perdido su reflejo;
cuando esa luz penetra directamente en nuestros ojos sin dañarlos, pero la primera nieve nos refleja la misma luz con una violencia que nos ciega;
Entonces reconocemos la altitud.

¿No es esta la respuesta a la pregunta lanzada en la entrada del 18, cuando veníais de regreso? ¿Qué encontrasteis allá arriba? La altitud. Esfuerzo recompensado, frío dominado, contemplación serena, silencio profundo, una luz que sólo hay allá arriba. Y todo esto, al menos a mí, me hace sentir libre, vivo y en paz. Allá arriba, en la altitud, en las montañas.

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