Andarse
solo treinta kilómetros por caminos y senderos, bajo un cielo amenazador, sin
ver absolutamente a nadie, es toda una experiencia.
El
silencio, parece más denso bajo el cielo gris que, de vez en cuando, descarga
una suave llovizna. Y el bosque responde enseguida con ese aroma que da el agua
a la vegetación y la tierra caliente.
La
mente vaga libre, pasando del ayer al mañana para descansar a ratos en un
presente sereno y plácido, acorde con la serenidad y placidez del ambiente.
Se
estaba bien hoy en el monte.
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