Ya he
hablado otras veces de los encuentros curiosos que se dan en la montaña. Pues
ayer tuvimos uno de esos Isabel yo.
Íbamos
por una pista forestal, lejos de cualquier lugar habitado, cuando nos
encontramos con otro coche de frente. Como era estrecha y discurría junto a un
barranco imponente, fuimos muy despacio para cruzarnos. Y cuando estábamos a la
misma altura nos hicieron señales para que bajáramos la ventanilla.
Pensamos
que andaban perdidos, más no. Andaban buscando, eso sí, pero no el camino. El conductor nos preguntó, "¿habéis visto por ahí una cabra?" No, no habíamos visto ninguna
cabra, le respondimos. Y para acabar de rematarlo añadió, "es que la niña quiere ver una cabra".
Y siguieron su camino buscando la cabra, supongo.
La
niña en cuestión, de unos once o doce añitos, iba en el asiento trasero, con
sus papás, parece ser que a ver una cabra por el monte.
Quedaron
dos preguntas en el aire. ¿Era una cabra conocida, quizá con nombre y todo? ¿O
buscaban una cabra cualquiera esperando que les saliera al encuentro?
Nunca
lo sabremos. Aunque por la forma de preguntar, más bien parecía que habían
decidido pasar la tarde del domingo buscando cabras. Aunque en ese caso, lo
normal hubiera sido decirlo en plural, o sea ¿habéis visto cabras? No ¿habéis
visto una cabra? Como si fuera suya y se les hubiera escapado.
En
fin, misterios sin resolver.
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