Como
algo vivo que es, el lenguaje nos sorprende cada día con nuevas formas de decir
lo mismo, de decir lo de siempre. A mí me resulta divertido, aunque a veces me
parece ridículo y cargante, primero porque en realidad no aporta nada nuevo, y
luego porque si se pone de moda acaba siendo del todo excesivo. Pero es que los
humanos somos así de tontitos.
Hablo
hoy del “y mucho”. Esa y, conjunción, delante del adverbio de cantidad, mucho,
es un intento de aumentar la intensidad de su significado. Parece ser que no es
lo mismo decir que va a llover mucho, que decir que va a llover, y mucho. No sé
en cuantos litros está la diferencia entre que llueva mucho, o que llueva y
mucho. Creo que nadie lo sabe, aunque igual alguna universidad o la mismísima
NASA lo están investigando.
Lo que
ocurre es que, siendo este un recurso útil y correcto, cuando se utiliza en exceso,
desplazando sistemáticamente al adverbio mondo y lirondo, acaba resultando
hasta ridículo, por repetitivo e innecesario.
Si
queréis hartaros de “ymuchos”, en los partes meteorológicos de la tele, en
cualquier cadena, podéis hacerlo, y en algunos noticiarios también. La semana
pasada conté en el tiempo de la primera, más de nueve “ymuchos”. Una auténtica
orgía “ymúchica”. Y el caso es que, si la dama en cuestión no hubiera dicho
ninguno, el parte meteorológico hubiera sido exactamente el mismo.
Esto
va en la línea del exceso al que tan a gusto nos entregamos en esta sociedad
ansiosa de extremos y radicalismos. Los superlativos de toda la vida no son
suficientes, se quedan cortos para expresar lo que queremos decir. Por eso,
decir que algo es chulo, muy chulo, chulísimo es poco decir. Hay que decir que
es superchulísimo, o mejor aún, hiperchulísimo, o megachulísimo, o gigachulísimo,
o quizá terachulísimo, o incluso terachulérrimo, ¡quién sabe hasta dónde
podemos llegar para decir lo bonito que es el móvil que me he comprado!
Es el
futuro; pero a mí, ¡qué queréis que os diga!, no me gusta. Porque si todo esto
estuviera acompañado de una mayor riqueza de vocabulario y un mejor
conocimiento de nuestra incomparable lengua, pues muy bien, pero no es el caso.
Por eso me desagrada, y mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario