Se tiene que ser imbécil, pero que muy imbécil, y
mucho más si quien escribe es un periodista, es decir un profesional del
lenguaje. Ahora resulta que los corredores de la maratón son “runners” y la
fiesta de la paella la “Paella Party”. Hay que ser imbécil.
La lengua, cualquier lengua, es un bien precioso que
hay que respetar y cuidar como cuida el buen jardinero sus plantas. La lengua,
cualquier lengua, es historia, es cultura, es arte, es un preciso y precioso
instrumento de comunicación.
Y me parece una vergüenza, un desprecio intolerable,
devaluarla, ensuciarla, maltratarla, introduciendo innecesariamente palabras y
expresiones foráneas cuando tenemos las nuestras con cientos de años de
historia, de nuestra historia.
Cuando renunciamos a la palabra corredor y decimos
“runner” estamos renunciando no solo a una palabra, sino a sus raíces, a su
historia a través de los siglos.
Corredor, del
verbo latino “currere” y éste a su vez de la raíz indoeuropea “kers” forma
parte de una amplia familia entre las que se encuentra, corredero, socorrer, correduría,
corriente, recorrer, currículo… Tiene en el diccionario trece acepciones y
forma parte de nueve locuciones. Y si vamos al verbo correr, tiene cuarenta y
cinco acepciones y forma parte de cinco locuciones. Pues bien, este magnífico
universo de historia y de cultura, al periodista parece ser que le importa un
bledo, un triste bledo bananero. Y nos clava la palabrita de marras.
Y no contento con esto, en la misma página nos roba
fiesta y en su lugar dice “party”. Fiesta, bonita palabra que nos ha llegado
del latín “festa” casi sin variaciones y que disfruta de una amplia familia con
palabras como festivo, feria, festival, festejar, festín, manifestar entre
otras, que tiene nueve acepciones y forma parte de veintidós locuciones y
expresiones. Pero a él, ¡qué más le da!
¿Entendéis ahora por qué digo que se tiene que ser
imbécil? No hay derecho a que hagan esto con la lengua. Es incultura,
ignorancia que genera más incultura y más ignorancia privando a la gente de un
bien común que a nadie en particular pertenece porque es de todos.
Y además de ignorancia e incultura, complejo de
inferioridad y estúpido esnobismo. Nada tiene que envidiar el castellano o
español, que de ambas formas se denomina, al inglés o cualquier otro idioma.
Señor periodista, respete una lengua que hunde sus raíces en Grecia y Roma y
más allá, que tiene mil años de historia, que la hablan más de cuatrocientos cincuenta millones de
personas y que tiene una literatura incomparable. Una lengua que es un tesoro
precioso, y de la que cada palabra es una joya de ese tesoro que tenemos la obligación, y usted como
profesional de la palabra más, de cuidar y respetar.
Así que haga el favor de decir que los corredores
comerán gratis en la Fiesta
de la Paella y
no que los “runners” comerán gratis en la “Paella Party”. De verdad, se tiene
que ser imbécil.
NOTA: Utilizo la palabra imbécil según su primera
acepción en el diccionario que es “alelado, escaso de razón”, no como insulto,
¡Dios me libre! Su etimología, además va en esa línea, “persona excesivamente
joven, por lo tanto inexperta, que no necesita báculo, bastón”. Obsérvense las
connotaciones negativas de no necesitar bastón, símbolo hoy de chochez,
decrepitud e inutilidad y, por el contrario, símbolo de experiencia y sabiduría
antaño.
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