¿Habéis visto alguna vez una bandada de buitres
devorando un cadáver? Yo sí, en Zuriza, al pie de la altiva sierra de Alano, ya
en los confines de Aragón.
El espectáculo es tan impresionante como asqueroso.
Hay que estar acostumbrado o tener estómago para aguantarlo bien.
Pues eso es lo que estos días, con el maldito
pederasta “de moda” estamos sufriendo en España.
Un espectáculo repugnante lo mires por donde lo
mires, que además te meten por todas partes, consiguiendo que aún no queriendo
saber nada, acabes enterándote muy a tu pesar.
El cadáver es el individuo en cuestión, y los buitres
los medios de comunicación que con tal de “vender su producto” retozan en la
putrefacción, remueven las vísceras descompuestas, pelean entre ellos por el
mejor bocado, el más hediondo y maloliente que es para ellos el más sabroso…
Y demasiada gente, como pobres idiotas, ahí están disfrutando
del repugnante espectáculo, gozando horrorizados de la contemplación de hechos
terribles, de detalles tan inútiles como vomitivos, de anécdotas irrelevantes y
ridículas que para nada sirven, como no sea para saciar esa curiosidad malsana
y enfermiza que tan bien saben explotar en su propio y exclusivo beneficio muchos
medios de comunicación.
¿Que complican el trabajo a la policía? ¡Qué más da!
¿Que dan datos inexactos o falsos? Y qué. ¿Que para nada bueno sirve montar el
circo que han montado? Con tal de “vender... "¿Que todo este circo hace un daño
irreparable a las víctimas? ¡Qué importa!
Un delincuente terrible y muy peligroso. Lo detiene
la policía tras un buen trabajo. Actúa la justicia. El delincuente entra en
prisión. Y punto.
Y punto. No hace falta más. Con una nota de prensa
suficiente. Lo demás sobra. Lo demás es revolver los excrementos, hozar
impúdicamente en ellos…
Esto es lo que veo. Una sociedad de necrófagos que se
alimentan, en un extraño juego sadomasoquista, del mal, del dolor, del horror, del
miedo, de la muerte hasta acabar acostumbrándose al nauseabundo olor que emana
de la descomposición de la vida.
Después de todo, aún siendo asqueroso, es mucho más “bonito”
el espectáculo de los buitres comiéndose la vaca muerta, allá en el
Pirineo. Es natural y eso le otorga
dignidad y sentido.
Lo nuestro es mucho más asqueroso, además indigno y
no tiene ningún sentido. Y hace tanto daño. Nos envilece tanto.
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