Fue el domingo por la noche. Una experiencia
increíble, casi olvidada. Llovió como Dios manda. Poco, un ratito, con su
comparsa de rayos y truenos, pero durante ese ratito llovió como hacía más de
un año que no llovía. ¡Más de un año! Cayeron 14 litros , ya veis 14 litros . Pero más vale
eso que nada.
Pensé en el campo reseco, en el agua en los pinares,
tristes de sed, cubiertos de polvo junto a los caminos. Imaginé el agua
corriendo y haciendo charquitos, ¡cuánto tiempo sin ver charcos! El agua bajaba
por la calle, y alguien pasó, apresurado, bajo un paraguas. Imagen casi
olvidada.
¡Bendita lluvia! ¡bendita tormenta!
Varias personas, no pocas, me han dicho estos días
que cuando empezó a llover se acordaron de mí. Me alegra, diría que hasta me
enorgullece que la gente se acuerde de mí cuando llueve. Saben que me alegra, y
saben por qué me alegra. Me parece bonito que sea así, y os agradezco que me lo
digáis.
Pues bien, esa tarde resulta que mi instinto, o mis
ganas, no sé, me dijeron que al fin llovería y entonces hice un par de fotos
desde la ex-vía y luego cuando más llovía, grabé la cortina de agua contra la
luz de una farola desde la puerta de mi casa, y el cielo iluminándose por los
relámpagos, y el sonido de la lluvia en la calle, que se me antojó la mejor de
las sinfonías…
Si quieres ver y oír llover en Ribarroja, pulsa Lluvia en Ribarroja, porque de momento es la única lluvia de la que podremos disfrutar por estos lares. Lluvia virtual. ¡El futuro!
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