Dice hoy Miguel Hernández:
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Buenas y tristes noches.
Recuerdo también los ecos secretos del silencio; la transparencia helada del vacío cristalino. Ese mundo se recoge en mí, más presente que el real, más vivo que la vida misma. Y me llena. Y me rodea. Y me protege.
No hay comentarios:
Publicar un comentario