Voy a
compartir el texto que les he preparado y leído a un grupo de alumnos de 2º de ESO
que se han ido hoy de convivencia, por si a alguien puede resultarle útil.
No es aún
el Camino de Santiago, pero es un camino. No vamos andar más de cien
kilómetros, vamos a andar doce. A medio día ya habremos llegado a la casa donde estaremos calentitos, tendremos nuestra habitación, nuestra comida, donde
nos encontraremos de nuevo cómodos. Donde si llueve no nos mojaremos.
Pero
primero vamos a andar. Vamos a ir por la rambla Castellana hasta nuestro
destino. Hará frío, hay nubes y el sol de diciembre calienta poco. Pero como os
he dicho, vamos a andar, juntos, apoyándonos unos a otros, no dejando que nadie
se sienta solo. Los más rápidos han de esperar a los más lentos. Y los más
lentos han de esforzarse por ir más rápidos.
Y os
preguntaréis, ¿por qué hacemos esto? Porque queremos que empecéis a pensar en
serio en vuestra vida, y queremos ayudaros a hacerlo. Queremos que os deis
cuenta de que la vida es como un camino que hay que recorrer y que, como todos
los caminos, tiene momentos bonitos y momentos menos bonitos, momentos de
cansancio y momentos en que nos encontramos fuertes y nos comeríamos el mundo.
También
queremos que os deis cuenta de que no estáis solos en ese camino, de que lo
andáis con otros, vuestra familia, los “profes”, los compañeros, los amigos. Y
que cuanto más conozcáis y respetéis a esa gente que anda con vosotros, más
fácil os será andarlo.
Dios,
a lo largo de la historia, nos ha dicho a los hombres que nos quiere caminando.
Se lo dijo a Abraham, se lo dijo a Moisés y al pueblo de Israel, el mismo Jesús
anduvo muchos caminos y, a veces, la noche le pillaba en descampado y, como él
mismo nos dijo, no tenía ni una piedra donde reposar su cabeza.
¿Podíamos
haber ido a la casa directamente en el autobús? ¡Claro que sí! Pero entonces no
experimentaríamos el camino. Queremos que os lo paséis bien y pasarlo bien con vosotros.
Nos da igual si os cansáis, nos da igual cansarnos. Venceremos al frío andando.
Hablaremos todos con todos. Veremos un cauce seco que, posiblemente, este
próximo fin de semana sea un caudaloso río.
Habremos
andado un camino. ¡Ojalá entendamos lo que significa eso! ¡Ojalá seamos capaces
de trasladarlo a nuestra vida! ¡Ojalá escuchemos siempre la voz de Dios
diciéndonos, como a Abraham, “Sal de tu casa, de la casa de tus padres y vete a
la tierra que yo te mostraré”.
Porque
todos estamos llamados a habitar una
tierra que mana leche y miel, donde habita la justicia, donde ya no hay muerte,
ni luto, ni llanto, ni dolor. Ése es nuestro destino. Y la vida, nuestra
vida, el camino que nos conduce allí.
¡Feliz
camino!
Y
habrá que decir ahora también que la marcha la han hecho muy bien, se lo han
pasado en grande y ha habido muy bonitos gestos de solidaridad y compañerismo.
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