Vuelvo
de mi retiro pirenaico dando por terminada la temporada estival, aunque me
gustaría hacer alguna escapadita antes de las nieves, si es posible. Me encanta ver la alta montaña despojada de casi todo, los pastos dorados, los bosques
estallando de color. Me encanta verlo sabiendo que se acerca el día en que todo
cambiará y durante meses será otro mundo bien distinto del que es en verano... ¡Ya hablaremos de lo que ahora es en verano!
Y
vuelvo con mucho que escribir. Con mucho que compartir, de bueno y de malo.
Pero antes de empezar por algo de lo mucho que tengo en cola, no sé qué en este
momento, quiero publicar esta foto que hice la semana pasada, al atardecer,
desde la terracita del apartamento donde estábamos en Panticosa.
El
crepúsculo fue soberbio, solemne. Hicimos muchas fotos, pero cuando las he
visto en grande me he dado cuenta de que, en una de ellas, un pájaro (se ve muy pequeño) volaba hacia la luz en la
calma y el silencio.
Y pensé al verlo: volar
hacia la luz en calma y silencio puede ser una forma de vivir. Dichoso quien la encuentre.
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