Así
atardecía hoy. Desde las Rodanas era este el espectáculo. Calma. Un airecillo
tibio, un punto cálido. De vez en cuando alguien corriendo, alguna bici a lo
lejos…Yo disfrutaba del regalo, no haciendo más que contemplar, quieto, en
silencio.
Recuerdo también los ecos secretos del silencio; la transparencia helada del vacío cristalino. Ese mundo se recoge en mí, más presente que el real, más vivo que la vida misma. Y me llena. Y me rodea. Y me protege.
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