Sr.
Sánchez:
He
callado hasta ahora. Miraba, escuchaba, pensaba… No entendía. Y sigo sin
entender por qué narices tenemos que volver a votar el 10 de noviembre. Como
imagino que tampoco lo entenderá el Rey. Aunque creo que tendrá su propia
opinión.
La
diferencia entre el Rey y yo, entre otras, es que él, pobrecito, no puede decir
lo que piensa, y yo sí. Lo único que puede hacer es constatar, sin decirlo, la
apabullante ineptitud de los políticos de su reino, (¡huy, suena a
Blancanieves!) y convocar nuevas elecciones.
Así
pues le voy a decir lo que pienso.
Su
trayectoria política me parece demencial desde el principio, y su discurso,
hueco y simplón, siempre con el rollo de las derechas y las izquierdas. Sin
embargo, pese a eso, el habernos defendido del radicalismo hasta el punto de no
poder formar gobierno, habla a su favor. Y yo, y junto a mí muchos españoles,
celosos de nuestra libertad, y orgullosos del país en el que nacimos, de la
lengua que hablamos, de la historia que compartimos, le estamos profundamente
agradecidos.
También
quiero decirle que no entiendo por qué no han querido abstenerse quienes podían
haberlo hecho, para que usted formara gobierno, dejando así a radicales y
nacionalistas, que son minoría, donde les corresponde, con voz, pero con una
capacidad de intervención limitada por la voluntad de la mayoría, cosa muy
democrática por cierto.
Y no
quiero pensar que uno de los motivos haya sido darle a beber la amarga pócima
que en su momento dio usted al sr. Rajoy con aquel absurdo y machacón “no es no”.
No tiene pues derecho a quejarse de esto, aunque si algo de venganza ha habido sería
muestra de la profunda bajeza moral de sus adversarios.
Hay
quien dice, y yo así lo veo, que su partido, el PP y Ciudadanos se parecen
tanto que a veces es difícil distinguir uno del otro. Se parecen porque entre los
tres representan a la gran mayoría de españoles. Y la gran mayoría nos
parecemos; queremos lo mismo, libertad, trabajo, educación, sanidad, una
jubilación digna, podernos ir de vacaciones, salir a cenar a un restaurante de
vez en cuando…
Cierto
que hay diferencias, y debe haberlas, pero salvables si se tiene sentido de
estado y si se piensa en el bien de la mayoría. La vergüenza del gobierno de
Navarra, y los posibles indultos a los procesados en Cataluña, no siendo plato
de buen gusto para nadie con conciencia y respeto a la vida, a la libertad y a
la ley, no creo que justifiquen el riesgo que supone unas nuevas elecciones, y
alargar más un gobierno en funciones. Y además eran asuntos perfectamente
negociables. Eran diferencias salvables entre los tres partidos.
Como
los niños en el patio del cole, se han apresurado a tirarse las culpas unos a
otros. Es patético el espectáculo, ridículo. Todos tienen la culpa. Usted
también.
No
está el horno para bollos, sr. Sánchez, y usted lo sabe mejor que yo, está
demasiado caliente; pero parece ser que, usted y el resto de líderes, o no se
enteran, o sí se enteran pero les da igual lo que le pase a los bollos. Y los
bollos somos nosotros, ¿sabe usted? un “puñao” de millones de personas a los
que deberían tener, todos, y digo todos, un poquito más de respeto.
Atentamente,
un bollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario