Aquí
estamos, esperando todo el día que llueva de verdad y tan sólo han caído tres
litritos. ¡Qué decepción! Alerta roja y tres litros… Pero a nadie se lo
reprocho. Ni a quien activó la alerta ni a quien actuó en consecuencia. Pienso
que hicieron lo que tenían que hacer.
Ya sé
que el personal, ahora, se cachondea de lo ocurrido, pero si no se hubieran
tomado las precauciones y hubiera pasado lo que podía haber pasado, vendrían
las lamentaciones y la búsqueda desenfrenada de cabezas que cortar. Y siempre
es mejor curarse en salud, aunque el riesgo sea la burla y el escarnio.
De
todos modos hay lugares donde sí ha llovido, y mucho además. Y es que esto de
la meteorología es complejo. Satélites, observatorios, ordenadores, personal
altamente cualificado, y sigue siendo difícil predecir qué va a pasar, cuándo y
dónde.
Esto
es una de las muchas cosas que me gusta de la naturaleza, su resistencia a
dejarse controlar, su soberana libertad por encima de nuestra voluntad.
Continuamente nos da lecciones de humildad que nos resistimos a aprender.
En
fin, seguiremos esperando. Las previsiones siguen dando lluvia, tormentas,
viento. En estos momentos está entrando una masa de nubes desde el mar. ¿Qué
pasará?
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