Una
breve excursión por las montañas del pueblo, ahora húmedas y limpias, nos puede
hacer muchos regalos si sabemos descubrirlos. Ayer me regalaron tranquilidad,
aromas del monte tras unos días de lluvia, amplios horizontes, el familiar
perfil de la Calderona, Valencia a lo lejos, cielos tan amenazadores como
inofensivos… y flores de otoño, entre otras cosas.
Y esto
último es lo que voy a compartir hoy. Las fotos de cuatro flores de las que
ahora hay por todas partes, y a las que, quizá por eso mismo, no les hacemos
ningún caso. ¡Pero qué bonitas son!
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