No ha
sido nada otoñal el primer día de otoño, como estaba previsto. Y también como
estaba previsto el atardecer ha sido espectacular, de cuento, de película. Aquí
tenéis algunas fotos, y un texto de Platero y yo titulado Paisaje grana, una
descripción perfecta y hermosísima de un atardecer como el de hoy; el primer
regalo del otoño.
La
cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales,
que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria,
vagamente enrojecido; y las hierbas y las florecillas, encendidas y
transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante
y luminosa.
Yo me
quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se
va, manso, a un charquero de aguas de carmín, de rosa, de violeta; hunde
suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos
él; y hay por su enorme garganta como un pasar profuso de umbrías aguas de
sangre.
El
paraje es conocido, pero el momento lo trastorna y lo hace extraño, ruinoso y
monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio
abandonado... La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada
de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...
-
Anda, Platero..
No hay comentarios:
Publicar un comentario