FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 12 de marzo de 2021

Prefiero volverme majara.


 Vi ayer en la tele la publicidad de un detergente que me molestó. Y no por el detergente en sí, sino por un breve momento del spot, ya al final, cuando tras tratar de demostrarnos las excelencias del producto publicitado, un detergente que limpia hasta las almas empecatadas, alguien que va a salir de casa, muy sonriente, se pone una mascarilla.

Por ahí no paso. Normalizar lo anormal es el camino a ningún sitio. Porque ponerse mascarilla para salir de casa, aunque ya llevemos haciéndolo un año, y lo que te rondaré morena, es del todo anormal, desagradable, irritante, agobiante, repulsivo…

Soy de los piensan que la mascarilla es absolutamente necesaria y de que son unos malnacidos quienes no la llevan o cuando deben llevarla la llevan mal, tengan la edad que tengan. La blandenguería con la infancia y juventud nos está trayendo muchos problemas. Pero de ahí a hacer que el ponerse el necesario artilugio sea lo más normal del mundo hay un abismo.

El no ser capaz de adaptarse a las circunstancias te puede volver loco, pero comulgar con ruedas de molino, y además tan contentos, te hace gilipollas. Yo prefiero volverme loco.

No aguanto todos esos intentos, como la cancioncita estúpida de que “que boniqueta es la mascareta” o algo así, de hacernos creer que tener que llevar ese odioso artilugio es algo distinto a una maldición.

Maldición que durará lo que tenga que durar, que dejará secuelas en muchos aspectos de nuestra vida y que en modo alguno es algo normal y asumible, y encima con alegría.

No; es el signo más visible, que todos llevamos en la cara como una luctuosa marca, de que nuestro mundo está enfermo por un virus, enfermedad agravada y mantenida por nuestra irresponsabilidad e insolidaridad. El signo más visible de nuestra fragilidad y vulnerabilidad. El signo más visible de nuestra impotencia esencial.

Por todo esto, y porque me molesta y me da pena llevar eso en la cara y verlo en los demás, me da rabia que intenten hacernos creer que es algo normal, natural y hasta divertido.

Prefiero volverme majara a acabar gilipollas. A fin de cuentas, la locura puede tener su grandeza, ahí tenéis a don Quijote; en la gilipollez no se la encuentro por ninguna parte.

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