FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 27 de marzo de 2021

Romance de la luna, de Federico García Lorca.


Hay poemas explícitos, claros, directos. Otros que no lo son, al menos a primera vista, pero que si encontramos o nos dan la clave para entrar en ellos, se despliegan ante nosotros en toda su profundidad y su belleza. Esa experiencia es bonita; mil veces he visto resplandecer la cara de mis alumnos cuando la han vivido. Es la alegría de descubrir lo que nos estaba oculto.

Os propongo vivir esta experiencia con un conocido poema de Lorca. Leedlo primero.


La luna vino a la fragua

con su polisón de nardos.

El niño la mira mira.

El niño la está mirando.

 

En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.

 

Huye luna, luna, luna.

Si vinieran los gitanos,

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.

 

Niño déjame que baile.

Cuando vengan los gitanos,

te encontrarán sobre el yunque

con los ojillos cerrados.

 

Huye luna, luna, luna,

que ya siento sus caballos.

Niño déjame, no pises,

mi blancor almidonado.

 

El jinete se acercaba

tocando el tambor del llano.

Dentro de la fragua el niño,

tiene los ojos cerrados.

 

Por el olivar venían,

bronce y sueño, los gitanos.

Las cabezas levantadas

y los ojos entornados.

 

¡Cómo canta la zumaya,

ay como canta en el árbol!

Por el cielo va la luna

con el niño de la mano.

 

Dentro de la fragua lloran,

dando gritos, los gitanos.

El aire la vela, vela.

el aire la está velando.

 

Si no conocéis el poema es posible que no entendáis de qué va. Suena bien, pero no lo entiendo, podéis pensar. Pero si os digo que nos relata la muerte de un niño gitano y os doy algunas claves, podréis volver a leerlo y diréis ¡claro! eso es. Podéis leerlo ahora o después de que os dé esas claves.

Estas son.

La luna es la muerte que va a por el niño que está solo y se rebela contra ella amenazándole incluso con que la matarán los suyos. (Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos)

La luna, delicada pero impasible, le insiste. (Niño déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados). 

El niño sigue resistiéndose. (Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño déjame, no pises, mi blancor almidonado)

Pero aunque corren a socorrer al niño no llegan a tiempo. (¡Cómo canta la zumaya, ay como canta en el árbol! Por el cielo va la luna con el niño de la mano)

El final del poema es evidente, no necesita comentarios.

Creo que ahora, si volvéis a leer el poema, podréis vivir la experiencia de ahora sí, ahora sí lo entiendo. Y eso es muy bonito. Pero aun así no habremos pasado de la superficie, porque la complejidad, la perfección y la profundidad del poema son abrumadoras. Queda mucho por descubrir en él.

Comentarlo se me ha ocurrido esta tarde, cuando fotografiaba la luna desde la terraza de mi casa. Una hermosa luna de primavera que mañana será llena.

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