Pensaba
yo hoy, a propósito del Día de la Mujer, en la parábola del trigo y la cizaña.
¿Y qué tendrá que ver una cosa con la otra, podríamos preguntarnos? Pues mucho,
mucho más de lo que parece, al menos desde mi punto de vista, porque necesito
aplicar la enseñanza de esta parábola a mi actitud ante el feminismo, y creo
que es algo que todos los que estamos hasta el pirri de ciertos excesos
deberíamos hacer; y somos muchos, aunque la mayoría calladitos. ¡A ver quién
habla!
Me
explico. Viendo estos excesos del movimiento feminista, que han llegado al
paroxismo ante la oportuna y necesaria prohibición para hoy de actos
multitudinarios, a uno le entran ganas de mandar todo lo que huela a feminismo
al garete. No hay más que leer algunos de los mensajes en proclamas y pancartas
que por ahí se airean y que me niego a escribir en el blog.
Anteponer
unas ideas, por ciertas que sean, a la vida, a la libertad y al bienestar de millones
de personas es inadmisible, propio de los totalitarismos que han castigado, y
siguen castigando a la humanidad. Montar numeritos en las calles, cuando
estamos empezando a ver una tenue luz al final del túnel, luz que puede ser un
espejismo si no actuamos con prudencia y paciencia, está en esa línea.
Esto
es la cizaña que, en días como hoy, se distingue muy bien del trigo. Porque hay
un movimiento feminista discreto, respetuoso, serio, comprometido en la lucha
legítima, justa y necesaria por la igualdad real entre hombres y mujeres. Gente que trabaja sin vociferar para que
todos tengamos muy claro que antes que nada somos humanos, y que ahí radica la
igualdad esencial que nos une, el ser seres humanos, ser personas.
Sí,
crecen juntos el trigo y la cizaña, y por no arrancar el trigo, aguantaremos
como mejor podamos la cizaña, aunque haya días, como hoy, en que resulte
particularmente irritante.
Porque
se puede y se debe trabajar para que un día el feminismo deje de tener razón de
ser, simplemente porque ya no haga falta. Que pasen a la historia aquellos
tiempos en que el hecho de ser mujer era un impedimento para realizarse libre y
plenamente como persona en cualquier ámbito de la sociedad.
Pero
ese día no ha llegado aún. Por eso hay que seguir trabajando con serenidad y
eficacia, intentando además que los que actúan desde el radicalismo como
principio y la confrontación como método, se den cuenta de que flaco servicio
le están haciendo a la causa. Seguir trabajando, y no caer en la tentación de
arrancar la cizaña porque nos llevaríamos detrás el trigo.
Feliz
Día de la Mujer.
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