Fue
ayer un día gris, oscuro, tristón. Solo en casa, recordaba otros tiempos y, por
qué no decirlo, sentí una inmensa nostalgia. Me senté frente al ordenador y
este poema salió de un tirón, en un momento. Lo comparto hoy, la víspera del
día de Nochebuena.
Cielo gris,
gris como los tiempos que vivimos,
gris como vemos el mañana.
Cielo gris,
gris como las ilusiones perdidas,
gris como los proyectos cercenados.
Cielo gris,
gris como las distancias obligadas,
gris como las soledades impuestas.
Cielo gris,
gris sin brillo, sin matices.
gris, gris, gris.
Y la vida se recoge
aturdida, acobardada,
envuelta en un manto gris,
en algún lugar quieto
y gris.
Y recuerda otros tiempos
ya lejanos,
ya casi perdidos en el ayer,
de fiesta, música y color,
de besos, abrazos y calor humano,
de luz y cielo azul.
Pero pronto el recuerdo se tiñe de gris
y se pierde en un opaco, turbio, triste
cielo gris.
Mas allá, en lo más hondo,
en algún lugar perdido
en la vastedad del alma,
a ratos brilla una chispa
pequeña y muy débil
que titila como las estrellas.
Es la esperanza.
J.Q.S.
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