Una
reflexión breve sobre unas declaraciones que escuché ayer en la radio. Alguien
de la oposición en el ayuntamiento de Valencia decía que, cuando lleguen a la
alcaldía, revertirán todo lo que el consistorio actual está haciendo en la
ciudad en lo referente a lo urbanístico.
No
entro en si me parece bien o no lo que están haciendo. En lo que sí entro es en el modo como lo están haciendo unos y otros; un despropósito. Y desde luego no es
progresar, palabrita que tanto les gusta y que nadie sabe muy bien qué
significa.
Hacer
y deshacer según soplen los vientos de las urnas es caro y además la prueba más
clara de la ineptitud de todos, tanto de los que gobiernan como de los que
quieren hacerlo.
Los
profundos cambios urbanísticos que están haciendo en la ciudad de Valencia no
son progreso ni nada que se le parezca. Progreso sería que esos cambios
hubieran sido consensuados con la oposición, con lo que quedarían establecidos
para el futuro. Así, no; no es futuro, es un presente efímero después de todo.
Si yo
voto a un partido no es para que se salga con la suya machacando a los otros.
Es para que mediante el diálogo con los otros alcance un consenso. Y eso sí
lleva al progreso.
Pues
esto quería decir. Progreso y consenso van de la mano. Y una última reflexión
en forma de pregunta. Cuando votas a un partido, ¿es para que, si llega al
poder, ignore, desprecie y avasalle a los de la oposición, o para que trate de
consensuar con ellos por el bien de todos?
Piénsalo.
El problema no es solo de los políticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario