FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 14 de marzo de 2014

El cocido de mi madre está más "güeno" que el de la tuya. ¡Ja!


Me enteré hace poco de un nuevo programa de la tele, que me llevó a la siguiente reflexión, que comparto con quien quiera leerla.
 Yo nunca he sido competitivo, creo. No le acabo de encontrar la gracia a eso de que los míos o yo seamos más listos, más guapos, más fuertes y la tengamos…más larga que los otros o el otro. No sé por qué, pero esto no me va.
En todo caso, entiendo la competición, en el terreno del deporte, como juego que en su justa medida puede ser sano y educativo, pero no más. Un juego que a veces mueve millones y levanta pasiones, pero que en el fondo no es más que eso, un juego más o menos bonito.
La única competición que sí entiendo y que no veo como juego sino como algo más, es la competición contra uno mismo. El afán de superación, el ir más rápido, llegar más alto, ser más fuerte que yo mismo ayer, sí que pienso que es mucho más que un juego. Es una forma de vida digna, respetable y admirable. Y si como consecuencia de superarme a mí mismo, “gano” a otros, ¡genial! Entonces sí, sí que le veo sentido al asunto. Mi verdadero adversario soy yo, mi entrenamiento es para vencerme a mí. El vencer a otros es…divertido, secundario, intrascendente.
Esto, como he dicho, en el terreno del deporte. Fuera de él, la competición la veo, a menudo, no siempre, absurda, en muchas ocasiones ridícula, como ridículos resultan esos niños que se lían a golpes y empujones para ser los primeros en la fila.
Pero un terreno donde la competición me resultó desagradable desde el primer momento, fue el de la cocina. Y veo que como se ha puesto de moda va a más. De hecho, ahora ya no se trata de ver quién es el mejor cocinero, sino qué madre fue mejor cocinera. Ya no peleo por mí, sino por la madre que me parió, lo cual añadirá más morbo porque quizá remueva antiguos traumas infantiles, complejos de Edipo y cosas por el estilo…¡El cocido de mi madre es más “güeno” que el cocido de la tuya!¡Ahhhhhhh! ¡Jamás! responde el otro, herido en lo más hondo de su tierna infancia. Y se apresura a meter en la olla hirviente las pelotas, el nabo y los demás ingredientes debidamente troceados.
Sé que todo esto le gusta a mucha gente, pero yo no lo soporto. ¡No lo entiendo! A mí siempre me ha gustado la cocina. Y me ha gustado porque me relaja, es creativa y me permite agasajar a mis amigos y comer bien, cosa que me gusta sobremanera. De hecho, en este blog tengo una sección dedicada a recetas.
Pero lo que nunca se me ocurrirá es plantearme que mi mis recetas sean mejores o peores que otras. Son diferentes, y mi única pretensión, cuando cocino, es que el plato me salga cada vez mejor y que las personas con quienes lo comparto queden satisfechas; a lo sumo que me digan ¡qué bueno te ha salido! Y que yo lo disfrute también.
Pero bueno, es lo que hay. Desde que los americanos, como siempre, se inventaron el “master chef” ese, la competición ha entrado de lleno en el mundo de la cocina. Hasta a los niños han pringado. ¡Lástima! No creo que ninguno de los grandes cocineros haya llegado a serlo por hacer mejores croquetas que sus vecinos, sino por hacer cada vez mejores croquetas, por hacer cada vez mejores sus croquetas.
Es como yo, humildemente, lo veo. Y sé que mi forma de verlo no es ni la única, ni la mejor, ni la más inteligente, ni la mas sabia…Es sólo una forma de verlo. La mía. ¡Que no estoy compitiendo!

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