FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 17 de marzo de 2014

Tú nunca tienes razón, y yo soy mejor que tú.


Aprovechando estos días de descanso para, entre otros placeres, charlar apaciblemente con los amigos, acabamos ayer hablando, fíjate qué cosas, de la incoherencia que a modo de placenta nos envuelve. Luego así salen los partos que salen, claro.
Y hablábamos de que uno de los problemas que tiene nuestra sociedad, es la grave incoherencia moral que supone el que, determinados comportamientos muy reprobables en el ámbito personal y social, sean habituales y lo que es peor públicos, en el ámbito político.
Hay dos que nos parecían especialmente vergonzosos. Uno es el del permanente enfrentamiento gobierno y oposición. Otro el del confuso juego de las autonomías con el poder central y entre sí.
Nadie tacharía de comportamiento maduro y adecuado el de una persona o grupo que sistemáticamente hiciera la contra a otra persona o grupo, imposibilitando el acuerdo sistemáticamente. Diríamos que no están bien de la cabeza, que tienen celos, envidias, diríamos que tienen comportamientos infantiles…y más cosas, muchas más cosas a cada cual peor, y probablemente tendríamos razón. Sin embargo, es eso lo que, desde que se acabaron los tiempos del consenso, están haciendo gobierno y oposición. No se trata de lo mejor para la sociedad, para el país, sino de lo contrario de lo que el gobierno de turno diga y haga, buscando siempre lo que nos separa, minimizando lo que pueda unirnos, no vayan a confundirnos con los otros. Es ese mecanismo típico del adolescente de hacer la contra a los demás para afianzar mi propia identidad. En el adolescente está bien, es lo que toca, pero en el adolescente, no más.
Por otra parte, hablábamos también del espectáculo feo de las autonomías, que elevan sin rebozo alguno la insolidaridad, incluso a la categoría de ley si hace falta; es bochornoso. Yo soy más y mejor que tú, más trabajador, más rico, más ”guay”; ¿por qué tengo que cargar contigo que eres indolente cuando no perro, vago, maleante y además pobre?, ¿cuántas veces hemos oído un discurso autonómico basado en la conciencia de superioridad y la insolidaridad? No podemos marcar diferencias respecto a los demás desde la prepotencia y un ya caduco, aunque siempre peligroso, orgullo de raza, ahora diríamos etnia, ¿no? No podemos decir, como yo soy mejor, no tengo por qué cargar contigo, apáñatelas. Esto llevado al terreno personal o social estaría muy, pero que muy mal visto. Y con razón.
Lo más curioso del asunto es que luego, en los planes de estudio, en los discursos oficiales, en los medios de comunicación, las palabras acuerdo, consenso, igualdad, solidaridad, brillan a modo de amuletos sagrados a los que todo el mundo rinde pleitesía. Y aquí está el problema. Incoherencia radical entre lo que se predica con palabras y lo que en la práctica, en el ámbito político, se hace día a día. Y además se hace sin disimulo, sin vergüenza, como si los principios morales que orientan la vida privada y social nada tuvieran que ver con los que rigen en la vida política.
Y esto nos pareció grave, muy grave.

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