FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 7 de marzo de 2014

El hombre herido por otros hombres...


El hombre herido por otros hombres, cargado de errores, confuso por nunca acabar de entender, triste porque lo que es no es lo que hubiera querido que fuese, emprende el camino desde la luz turbia del llano hacia lo alto. Atraviesa bajo un cielo límpido y azul verdes pinares donde el aire empieza a ser más sutil, más ligero, pero le duelen las heridas, le agobian los errores, le aturde la confusión, le pesa la tristeza, y el caminar es lento y torpe. La mirada, cansada de mirar sin saber qué mira, cansada de mirar sin saber a quien mira, va levantándose del polvo del camino a la cumbre recortada en el azul. Y sigue subiendo. El aire cada vez más limpio. La atmósfera más transparente. Es más fácil andar por allí arriba. El llano turbio va quedando lejos, abajo.
Y al fin la cima. Y allí el hombre contempla. Se deja llenar de luz y de silencio. Y elevándose “por encima de los símbolos hasta la pura majestad de lo real, sobre el altar de la tierra entera” ora, y su oración dice: ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu Santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Así dice, postrado en la soledad de la montaña el hombre herido, equivocado, confuso y triste. Y queda en silencio ante el cielo, el aire, la tierra, los ojos suavemente empañados por húmedo velo.
Luego escucha, en el silencio profundo escucha una voz firme, recia, antigua, una voz acogedora, amante, que le envuelve, le acaricia y le dice: un corazón quebrantado y humillado Yo no lo desprecio, y el hombre la repite saboreando cada sílaba, sintiéndose como el niño pequeño recogido del suelo por su padre, como el esposo abrazado sin reservas por la esposa amante.
Y entonces la herida duele menos, y siente el error perdonado, la confusión se va trocando en certeza, y la tristeza se disuelve como la nieve con la lluvia. Y respira hondo. Y se yergue gozoso en la cumbre. Y contempla libre el vasto horizonte. Y regresa al llano turbio, donde volverán a herirle, volverá a equivocarse, volverán a confundirle, volverá quizá la tristeza. Pero el hombre sabe que Él, un corazón quebrantado y humillado no lo desprecia. El hombre sabe que eso es verdad, porque Él se lo ha dicho allá arriba, en el límite de la tierra de los hombres. Y con la fuerza que le da esa certeza, la vida en los cenagosos pantanos del llano, sabe que puede seguir siendo Vida.


NOTAS: El texto entrecomillado es de Teilhard de Chardín, de su obra La misa sobre el mundo, y los textos en cursiva del salmo 50.

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