Evocando un atardecer tras la tormenta, en julio del
86, en la Valleta
de la Escaleta ,
cuando por allí no pasaba nadie…, acaso algún francés…
Había llovido todo el día. Por la tarde, un
vientecillo frío revolvió las nubes dejando ver un cielo incierto que doró la
caída del sol.
Momentos para estirar las piernas, preparar la cena e
incluso cenar, si aguanta el tiempo.
El río baja fuerte, bravo, precipitándose justo
delante de nosotros por una cascada y pasando bajo un curioso puente natural,
para volver a descansar en suaves meandros en un llano inferior.
La hierba y las rocas mojadas nos hacen cenar de pie,
casi como si contempláramos respetuosamente la luminosa despedida de un día
gris.
La noche, húmeda y fría nos lleva pronto al saco seco
y calentito…
De nuevo la lluvia sobre las lonas de las tiendas,
suaves ráfagas de viento suenan en el Coll de Toro, el recio rumor del río se
integra imperceptiblemente en nuestro sueño…
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