Pillaron
a un chiquillo de unos doce años haciendo fotos con el móvil en clase. La profe
le cogió el aparatito y se lo entregó al jefe de estudios que llamó a los padres
de la criatura para informarles y comunicarles las medidas pertinentes. Este
era el procedimiento establecido en el centro donde ejercía, y ejerce, quien me
contaba esto, amigo mío de toda la vida.
Ya en
la reunión, mi amigo recordó al padre que está prohibido hacer fotos a
profesores y compañeros en el colegio, con el agravante de que lo hacía a escondidas, sin su
conocimiento. Entonces el padre, ante la estupefacción del jefe de estudios, le
dijo a su retoño," hijo, ¿me das permiso para que vea tu móvil?"
Ante
esta pregunta, mi amigo, ya baqueteado en este tipo de situaciones cortó y
dijo, "mire usted, ya no tenemos nada de qué hablar, ya le llamará nuestro
abogado". Y dio por concluida la entrevista.
¡Muy
bien! ¡Ahí tus huevos! (perdonadme la expresión pero es que imaginar el momento
me produce gran regocijo) Eso es lo que había que hacer. Y de esa forma, clara, cortante, breve.
Porque
es hora de empezar a plantar cara a la imbecilidad absoluta que, entre otros
lugares, ha arraigado de un modo muy especial en la educación, y que está
produciendo ya frutos más que ponzoñosos, pero muy, muy monos, muy
políticamente correctos.
Ese
señor no tenía ni la más ligera idea de qué es educar y de cuál es su función
como padre, probablemente por sintonía con las modernas corrientes pedagógicas
que están arrasando con los principios más básicos de lo que realmente es
educar.
Y
ahora te hablo a ti, papá.
Tu
hijo se ha saltado las normas del colegio, que ambos conocíais y que tú
firmaste como enterado a principio de curso, y probablemente ha incurrido en un
delito. Te llama el jefe de estudios, y tú, ante él, le pides permiso para ver
su móvil. ¿Tú eres tonto?
Primero,
el móvil no es suyo, es tuyo, se lo has comprado tú. Segundo, su privacidad no es más
importante que el control que tienes obligación de ejercer sobre él. Tercero,
él lo ha hecho mal y lo sabe. Cuarto, te está haciendo perder el tiempo por
hacer el imbécil… Y aún podríamos sacar más punta al asunto.
Lo más
educativo en este caso lo tengo muy claro, pero no lo puedo decir porque igual
hasta me denuncias. Menos educativo, pero también educativo, sería exigirle que
te diera la contraseña para acceder, si has cometido el error de no saberla, y quitárselo durante un mes, por ejemplo. Y
todo con la mejor de las sonrisas. Y agradecerle ante tu hijo al jefe de
estudios, la ingrata labor que está haciendo él y su colegio para educar en los
tiempos “gilis” que corren.
¿Sabes
qué te digo, papá? Que estás más perdido que un pulpo en un garaje. Y que lo
pagarás si no cambias. Porque el nene, alumno es unos años; hijo, toda la vida.
Y otra cosa, como tú hay más, pero no te consuele eso, que mal de muchos
consuelo de tontos.
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